Las Elecciones Internas no son un mecanismo para la Institucionalización de los Partidos Políticos
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Defendidas por los Partidos, las Elecciones Internas representaron un gran fracaso para el fortalecimiento de la Democracia.
Después de la anunciada reforma política impulsada por el ex presidente Martín Vizcarra, cuyo objetivo fue aumentar la participación ciudadana en las discusiones políticas como la elección de los candidatos en su fase primaria. Pero como todo cambio de gran impacto, sus opositores alegaban tres aspectos: el gasto por la realización de las Elecciones primarias, el supuesto atentando a la autonomía de los partidos y la incapacidad técnica para realizar y aplicar la ley. A pesar de todo ello y los contratiempos, la norma se logró aprobar, debiendo ser aplicada por primera vez en las Elecciones Generales del 2021.
Sin embargo, los planes del Congreso y las Instituciones Electorales eran otros, siendo la pandemia del Covid-19 la excusa perfecta para aplazar las denominadas PASO (Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias). Para las Elecciones Regionales del 2022, se volvió a poner en debate su aplazamiento hasta el 2026, alegando nuevamente la pandemia del Covid-19, a pesar de que la evidencia científica demostraba la disminución de los contagios y la existencia de una vacuna, e incluso negando las otras experiencias regionales en sus Procesos Electorales.
En una primera oportunidad el intento del congreso para postergar las primarias no prosperó, pero días antes del debate del aplazamiento de las primarias, un pronunciamiento de las instancias electorales cambió el tablero a favor de los opositores y se logró que estas no se realicen hasta el 2026.
¿Cuál era el objetivo de los partidos del congreso para cancelar nuevamente las primarias para las elecciones regionales? Después del triste espectáculo del 15 de mayo esto no queda claro. La mayor parte de los partidos que compitieron presentaron listas únicas para la mayoría de las circunscripciones, por lo que según la ONPE ni siquiera la quinta parte de sus afiliados fueron a sufragar.
El panorama del 15 de mayo nos mostró un escenario deprimente, vimos locales de votación vacíos, mesas de votación que sólo tuvieron el 80% de conformación debido a la evasión de responsabilidades ciudadanas, además de una fuerte apatía electoral. ¿Esto puede ser considerado una fiesta democrática? o ¿puede ser traducido como la retomada de la confianza en los partidos?. Pues bien, sabemos que está lejos de ser una victoria de legitimidad y de confianza, datos de la ONPE muestran que la participación de los militantes fue baja, sobre todo si observamos el porcentaje de votos que los partidos políticos peruanos obtuvieron en las elecciones para el congreso: Acción Popular 9,32 %, Alianza para el Progreso 12,09%, Fuerza Popular 10,41%, Juntos por el Perú 9,61%, Podemos Perú 13,78%, Renovación Popular 9,32%, Perú Libre 6,51%, Partido Morado 7,06%, Somos Perú 10,23% y Avanza País 14,36%. Esto no sólo indica una baja participación, como puede mostrar la poca capacidad de los partidos para movilizar a los electores.
Esta Elección Interna nos brinda datos interesantes que desbarata los argumentos de los detractores de las PASO. La pregunta que surgen en consecuencia a los datos es: ¿Para qué se realiza estas elecciones de candidatos? En el caso de las PASO se realizan para fortalecer la democracia favoreciendo la participación política, fotalecer a los partidos políticos y para filtrar la partición de candidatos en las Elecciones Generales.
Las Elecciones Internas traicionan estos objetivos, ¿Por qué? Primero, no hay participación política. La mayoría de los militantes no van a sus locales de votación y los que acuden no participan de las elecciones porque emiten votos en blanco o viciados, es el caso del Líder de APP en cuya interna los votos en blanco y nulos representaron el 51,96%, más que los votos por su única lista que solo llegó representar 48,44%, siendo un indicio de la desconexión de la militancia activa con su dirigencia. No es el único caso, ya que casi en todo el país sucedió algo similar. Segundo, las internas no son un instrumento para fortalecer a las organizaciones políticas. Siendo esto un detonante que demuestra sus precariedades institucionales, al no poder formar más de una lista, no lograr movilizar a sus militantes para que participen y tener escaso apoyo en las elecciones internas. Finalmente, las elecciones internas no tienen ninguna consecuencia para los partidos y los movimientos, estos a pesar de una baja participación no pierden la inscripción, no son inhabilitados de participar en otro proceso electoral, ni repiten el proceso por la gran cantidad de nulos y viciados, ni siquiera pierden el financiamiento del estado; es decir, las internas serían como un día cualquiera que no afectaría en nada al partido. Esto es especialmente grave debido al esfuerzo logístico y financiero que el estado invierte en la realización de este proceso.
Quedan al descubierto las limitaciones de las elecciones internas como un mecanismo real para el proceso de institucionalización de los Partidos Políticos. Esto nos lleva a la siguiente flexión: si queremos cambiar a nuestros partidos políticos debemos cambiar la manera de escoger a sus candidatos. La reforma política creó las PASO como una vía para lograrlo.
Después de esta amarga experiencia para la democracia, como ciudadano espero ver que la actual situación mejore, y que, para el siguiente proceso electoral, la reforma política aprobada con bombos y platillos pueda ser aplicada, para construir una democracia más sólida, institucionalizada, con partidos fortalecidos y legitimados.
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