Arequipa tiene políticos sin partidos lo que conlleva a malas consecuencias.
Convencionalmente se dice que sin partidos políticos no existiría la democracia lo cual es lógico ya que cuando los partidos políticos funcionan correctamente sirven de vínculo entre la sociedad y el estado, pero ¿Qué pasa cuando los partidos políticos no cumplen sus funciones correctamente? En el caso del Perú es así, los partidos no son representativos, no sirven como vínculo entre la sociedad y el estado, no tienen idearios y tampoco cuentan con el personal político ni técnico adecuado. No cumplen con funciones esenciales en una democracia provocando consecuencias desastrosas como la inestabilidad política que además desemboca en eventos que escapan de la política.
En el Perú como ya mencioné anteriormente los partidos carecen de políticos y los políticos no tienen partidos, estos son los que se encargan de hacer política en distintos niveles del estado: a nivel municipal, regional, postulando al congreso, etc. Al no tener partido deben tener otro vehículo de apoyo, muchas veces son empresarios, deportistas, diligentes, etc. Por lo que tenemos un sistema en el cual abunda la política personalista. Además, los partidos al no articular los intereses sociales otros son los que se van a encargar de realizar esta función, los intermediarios o también los podemos llamar diligentes, quienes no necesariamente van a representar a su organización. Entendiendo esto ¿Podemos deducir que los partidos políticos no son necesarios para una democracia? No, porque, aunque nuestro sistema funcione sin la actividad social esencial de los partidos funciona mal y lo vemos día a día, el desastroso desenvolvimiento de nuestra política en todos los niveles, la mala calidad de las propuestas, incumplimiento de las promesas, la pésima comunicación que existe entre la sociedad y el estado, vías de comunicación precaria entre sociedad y estado y una infinidad de problemas de índole política de las que adolece nuestro país. Ejemplo de la política personalista son los últimos candidatos a gobernador por Arequipa. Veremos la carrera política de tres: Marco Tulio Falconí, Javier Ísmodes Talavera y Rohel Sánchez Sánchez. Marco Tulio Falconí participó y se desenvolvió en distintos cargos en distintos partidos, fue congresista por Perú Posible, estuvo afiliado a Alianza para el progreso, postuló nuevamente al congreso por Podemos Perú y ahora último postuló a gobernador por Fuerza Arequipeña, de esta manera migrando de un partido al otro, al igual que Javier Ísmodes quien participó en el movimiento regional Arequipa renace y en las últimas elecciones fue candidato por Arequipa, tradición y futuro, organización política cuestionada por el escandaloso caso de la ex gobernadora Yamila Osorio y tenemos además el interesante caso de Rohel Sánchez Sánchez, ganador de las elecciones para gobernador, quien no es una figura tradicional de la política, su credibilidad proviene de su cargo como ex rector de la UNSA, Rohel no se considera ni de izquierda ni de derecha, sino pragmático, sin embargo esto es lo que diferencia a un ciudadano de un político, con ser pragmático se refiere a hacer lo necesario por el bien de la región, pero todos quieren el bien de la región, no está tomando una posición ni está yendo contra otra, no existen ideales que seguir por lo tanto tampoco define a que se refiere con el bien de la región ¿Priorizará el bien económico o el bien social? Si es que en algún momento tiene que elegir, que es lo más seguro, la falta de una determinada posición lo permite la política personalista ya que las organizaciones políticas tampoco cuentan con identidad, visión, posición, etc. Entonces los electores no simpatizan con los candidatos por ese lado, Rohel ganó simpatía principalmente por su gestión como rector de la UNSA.
Las organizaciones políticas son importantes para el desarrollo de la democracia, pero organizaciones reales que cumplan correctamente sus funciones, que tengan valores cimentados y de esta manera idearios que conecten con la gente, por ahora los partidos carecen de esta visión a largo plazo acompañado por valores, es entonces que debemos preguntarnos si en realidad los que elegimos están tomando las decisiones y participando de las políticas públicas y en qué se basan para hacerlo.
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